CUANDO SEA DÍA EN EL OESTE
Anoche llovía en Montevideo, eran casi la 1.30 de la madrugada, mi niño dormía plácidamente y yo en un insomnio total y deseosa de escuchar la lluvia me acerqué al balcón, la ciudad estaba quieta por la hora, la lluvia se sentía golpeando las hojas de los viejos plátanos de la vereda y el hormigón de la calle brillaba por el agua que corría a lo largo de ella, hacía calor, así que abrí la puerta y salí al balcón, el agua calló en mi cuerpo y una sensación de libertad, placidez, tranquilidad me invadió, así que me senté en el balcón bajo la lluvia a observar la ciudad, tan quieta, tan tranquila como yo en ese momento, y cerré los ojos un instante, quería sentir la tenue música del agua caer sobre mi ciudad y mi cuerpo sin verla, no sé si se puede estar sin pensar en nada, solo sé que sentía paz en mi interior y no recuerdo si algo pensé, solo sentía y disfrutaba la lluvia a esa hora de la madrugada en mi balcón, en mi hogar, en mi espíritu.
No recuerdo haberme dormido, pero cuando miré el reloj del comedor eran las 5.45, entonces sí me puse a pensar, en un rato debería ya preparar todo para ir a mi trabajo, a mi hijo para ir al cole, ir al estacionamiento y sacar el coche para llevar a Jonhy e irme a trabajar, todo eso recuerdo haber pensado, y tuve un impulso de levantarme de mi cómodo asiento, pero miré hacia el mar, la vista que se apreciaba en ese momento era mágica, estaba entre dos luces y por el oeste la oscuridad contrastaba notablemente con lo que sucedía en mi entorno donde ya se veían los primeros destellos del sol y del día, pero allá por el oeste continuaba la noche, con su oscuridad y tormenta, solo interrumpida por algún relámpago caprichoso que quería alumbrar y la lluvia seguía en mi balcón, con el cuerpo empapado pero enseguida con la paz interior me acomodé en mi asiento y pensé “cuando sea día en el oeste me levantaré”…
Sol
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