LA DIMENSIÓN DEL MAR
Soy una mujer sencilla, sin más filosofía que vivir la vida lo mejor posible, con gustos casi iguales que el resto de la gente, pero caminar en la playa, estar en contacto con el mar, eso es magia para mi, cuando me alejo de la ciudad y estoy en el mar, hay veces que quedo atrapada en la orilla mirando hacia el mar, entonces veo dimensiones distintas a la que estamos, veo un paisaje tan magnificente, tan omnipotente que me siento pequeña ante él, y suelo creer que allá, dentro del mar, se erige algún arcano mundo en donde no es necesario siquiera pensar aquello tan absurdo que yo pienso frente al mar, porque allí, en ese mundo, todo se sabe, y son tan sabios que se esconden y no se dejan ver, porque en su sabiduría temen contagiarse de alguna enfermedad incurable de las que abundan en la superficie, la envidia, la soberbia, la ignorancia, la maldad, etc.
Esos pensamientos, ese trance en el que suelo caer frente al mar, suele ser a veces por horas, cuando vuelvo a la realidad, me doy cuenta del tiempo que llevo absorta, ensimismada frente a la majestuosidad del mar, y por lo general es el mar mismo que mediante una ola que moja mis pies me trae al mundo, entonces, solo entonces, la mujer sencilla que soy vuelve a caminar y pensar que mañana debo trabajar.
Solange García Calderón
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